Un regalo de metros y luz en la ciudad
Luz y frescura son las notas dominantes de esta casa urbana, cuyos interiores han sumado metros que se han tomado prestados de su amplio jardín .
Este jardín nos hace olvidar enseguida que hace pocos minutos estábamos en pleno centro de Madrid. Es un oasis de plantas y árboles añejos, que inspiró al interiorista Guillermo Ruiz, de Habitare, una decoración clara, aireada, con tanta elegancia clásica como frescura campestre.
Un salón amplio ganado al exterior
El salón se ha convertido en un mirador al exterior tras ganar unos metros a la terraza. Los tonos marrones y arena combinan con la vegetación del exterior y con la tela verde agua de las butacas, que aportan una nota de alegría. A la sinfonía de texturas se agregan el terciopelo del sofá, el lino de la chaise longue y los estores, y el papel de las traseras de las librerías. La mesa lacada en brillo gris y los laterales de acero de la librería dan un sutil contrapunto metálico.
El sobre de la mesa del comedor es un gran cuadrado de 2 m de lado, con un tratamiento metalizado. También la lámpara de techo tiene su protagonismo. Las butacas, tapizadas con seda salvaje, continúan el juego de tonalidades arena y verde agua de la zona de estar.
Abrir un gran ventanal sobre la encimera era el objetivo de la reforma de esta cocina, pues en ella se hace mucha vida. El mobiliario lacado resalta y multiplica la luminosidad, y sus líneas depuradas transmiten sensación de orden. En la zona de cocción se instaló un revestimiento porcelánico color grafito claro, fácil de limpiar y muy decorativo. Una península de Silestone sirve como barra de desayuno.
El sobre de la mesa del comedor es un gran cuadrado de 2 m de lado, con un tratamiento metalizado. También la lámpara de techo tiene su protagonismo. Las butacas, tapizadas con seda salvaje, continúan el juego de tonalidades arena y verde agua de la zona de estar.
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